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Foto del escritorCarles Aguilar

En busca de la propia filosofía...


Es algo sobradamente demostrado que el método o la filosofía de entrenamiento de un atleta es la base en la que se asienta la evolución y los progresos deportivos que se pueden obtener a lo largo de toda una trayectoria deportiva.


Si lo planteo desde el punto de vista personal puedo observar que existen infinidad de propuestas y métodos que proponen diversas soluciones con, aparentemente, resultados satisfactorios. Pero el planteamiento debe orientarse desde la perspectiva de un atleta vocacional y que no tiene aspiraciones para ejercer como profesional en esta modalidad deportiva conocida como “running”…


En este ámbito he analizado innumerables planes de entrenamiento a los que se puede acceder directamente desde Internet con una disparidad de criterios sorprendente. Al final uno acaba totalmente confundido sobre si entrenar por tiempos, por ritmos, por pulsaciones, por sensaciones…. Y después de probar casi todas las diferentes opciones con resultados muy discutibles y sabiendo cuales son las propias limitaciones finalmente uno llega a sus propias conclusiones.


La base fundamental de todo este proceso es ser capaz de mantener regularmente un nivel potente de motivación independientemente de las fluctuaciones anímicas o físicas que se reproducen de forma cotidiana (esto es lo más complicado y requiere una fuerza de voluntad a prueba de fuego).


Los resultados, a veces tardan en aparecer y los progresos pueden ser mínimos e incluso, a veces, inexistentes. Ello puede conducir a un estado de ofuscación y pérdida de confianza en la obtención de resultados, pero mi experiencia me dice que la clave es ser paciente y no pretender obtener progresos espectaculares. No se deben tener aspiraciones fuera del alcance físico y mental de cada uno, lo que no implica que se tenga que descartar ese margen de superación al que todos aspiramos y que, sin duda, tenemos a nuestro alcance.

Entrenar, correr y organizar el tiempo disponible en función de las obligaciones personales y conjugar todo ello de la forma más asequible posible teniendo en cuenta que previamente hemos de haber diseñado nuestro propio plan de entrenamiento construido a través de los conocimientos adquiridos y, evidentemente, nuestra propia experiencia.


Cuando decides que correr, especialmente largas distancias, va a ser la actividad deportiva principal se corre el riesgo de que te enfoques exclusivamente en devorar kilómetros y kilómetros con la creencia de que esto te va a permitir alcanzar un estado de excelencia, pero realmente no es así. Por mucho que me guste correr, mi experiencia me ha enseñado que es muy importante trabajar diferentes grupos musculares en forma, frecuencia e intensidad a través de la práctica regular de otras actividades deportivas que se adecúen a tus características. Buscar también en la diversidad otra fuente complementaria de motivación. Esa motivación que luego va a proyectarse en el ámbito personal e incluso profesional.


Otro aspecto que merece también nuestra atención es no aislarse en uno mismo y pretender que tu filosofía es la correcta y que no admite correcciones. Hay muchos corredores ahí fuera que también están buscando su propia fórmula y que, como yo mismo, a través del sistema “prueba/error” se intenta mantener un orden de preferencias en cuanto a la aplicación de las propias capacidades.


Por tanto, uno de los objetivos principales es llegar a conseguir el equilibrio entre la parte física y la mental, ser capaces de visualizar nuestros límites reales y como premisa final mantenernos siempre receptivos para asimilar nuevos conceptos y aplicarlos adaptándolos a nuestra propia filosofía.

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