Este es uno de los titulares que hoy podemos encontrar en todas las redes sociales. ¿Qué ha ocurrido?, ¿es un accidente, una fatalidad o una imprudencia?
Es evidente que cualquier deporte representa un riesgo de accidente. En este caso estamos hablando de un deporte que se desarrolla en la montaña (incluso en la alta montaña) y además en una competición de larga distancia y con un recorrido que la mayoría de corredores no conocen. Se corre de día y de noche, con lo que el riesgo se incrementa exponencialmente.
Vamos a dejar de lado, en esta ocasión, los accidentes por causas naturales (avalanchas, desprendimientos, etc.), el fallecimiento de corredores por patologías cardiacas no detectadas, por sobreesfuerzo con resultados de colapso cardiaco o algunas muertes que se han producido por hipotermia.
En esta lamentable ocasión, el fatal accidente se ha producido en la carrera más técnica y de perfil más alpino del UTMB. En una competición de estas características hemos de dividir el grueso de los corredores en dos grandes grupos. Los 10 ó 15 corredores “élite” que realmente van a luchar para la clasificación final y el resto de corredores a quienes les debería dar lo mismo quedar en la clasificación final el número 1.257 ó el 1.450… Creo que de lo que se trata es de vivir una experiencia excepcional, de saborear cada kilómetro y de finalizar la competición con las mejores sensaciones posibles.
Si no tenemos claros estos factores puede ocurrir que nos dejemos llevar por la inercia del momento y que corramos por encima de nuestras posibilidades (sin olvidar que muchas veces nuestro entrenamiento previo no es suficiente para afrontar un reto semejante). En esta ocasión el accidente se ha producido en el km 62 de la prueba cuando se llevan ya varias horas en competición, es de noche y el cansancio acumulado pesa ya en las piernas de forma creciente. En este caso se trata de una las zonas más peligrosas y técnicas de la TDS con tramos dónde los corredores deben agarrarse a unas cuerdas para ascender o descender. Tampoco hay que olvidar que las condiciones climáticas eran adversas con presencia de aguanieve, mucha humedad y todo ello, insisto, en plena noche (los que hemos corrido en esas condiciones sabemos lo que representa)
Entonces sucedió el fatal accidente…. Con esto no pretendo asegurar que el malogrado corredor cometiera una imprudencia o un descuido, pero el resultado final a pesar de la rápida actuación de los equipos de rescate y del helicóptero que consiguieron evacuarlo aún con vida no fue suficiente y falleció poco después. A partir de ese punto se neutralizó la carrera para todos los corredores que aún no habían superado ese punto conflictivo.
Mi reflexión es que supone correr un riego innecesario e inútil pretender ganar unos segundos al tiempo final arriesgando incluso la propia vida. Si uno acude a alguno de estos grandes eventos y no pertenece a la “elite” de corredores, la filosofía debería ser, como antes ya he apuntado, correr para disfrutar al máximo de la experiencia y vivir intensamente esos parajes increíbles que nos brinda la montaña. El riesgo existe en cualquier caso y no es razonable tentar a la suerte porque las consecuencias pueden ser fatales.
Mis más sinceras condolencias a la familia del corredor checo (creo que aún no se ha revelado su identidad) por respeto a su familia, que fue previamente informada.
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