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  • Foto del escritorCarles Aguilar

La inteligencia artificial y las emociones


Recientemente se está hablando con insistencia del concepto de inteligencia artificial. Mucho más aun cuando hace pocos días las grandes compañías tecnológicas a nivel mundial (Microsoft, Google, IBM, Facebook, Nvidia, etc) han hecho público y han liberado los códigos fuente de complejos programas de software basados en inteligencia artificial para intentar avanzar de forma irreversible en esta línea que, según dicen, está llamada a cambiar nuestro futuro como seres humanos.


Una revolución cibernética que, básicamente, consiste en disponer de ordenadores capaces de aprender por sí mismos a realizar cualquier tipo de actividad por compleja que sea y, además, hacerlo de forma autónoma a partir de estímulos almacenados en su memoria que permitirían que esos programas fuesen capaces de pensar y tomar decisiones por sí mismos.


Hasta el día de hoy la principal ocupación de las diferentes investigaciones desarrolladas se aplica en la robótica a varios niveles. Esencialmente hablamos del diseño y utilización de máquinas que sustituyen determinadlas funciones que hasta ahora realizaban las personas en varios sectores como la industria (Robots multifuncionales y robots especializados en tareas concretas) y los robots de servicio con un tipo de funciones más limitadas que se realizan en ámbitos específicos como la medicina, construcción, ayudas a personas discapacitadas, etc…


Podemos decir que la robótica basada en este primer concepto de inteligencia artificial es un elemento útil en nuestra sociedad aunque no hay que olvidar que afecta, en sentido positivo, a la productividad y calidad final del producto desarrollado sin olvidar otras evidentes ventajas como la reducción de riesgos laborales, trabajos de precisión, horarios laborales, etc. Pero, a partir de los últimos avances en esta línea, debemos empezar a pensar cuál es el límite al que queremos llegar y analizar en profundidad hasta qué punto la inteligencia artificial podría llegar a controlar al ser humano. Hay quien sostiene que por el simple hecho de que las máquinas son creadas por humanos, estas nunca podrán llegar a controlar la situación pero… ¿Y si no es así..?


Para muchos de nosotros parece algo complicado entender cómo funciona un cerebro artificial. Pero hemos de decir que, por el momento, es algo mucho más simple respecto del funcionamiento del cerebro humano ya que lo que estamos intentando es crear un cerebro artificial a imagen y semejanza del nuestro. Los críticos dicen que el ser humano no puede ni debe arriesgarse a jugar a ser Dios respecto de la creación de máquinas inteligentes.



Se han señalado algunas diferencias esenciales entre el cerebro humano y la inteligencia artificial: Una máquina de inteligencia artificial dispone de un puerto de entrada y salida de datos que siempre estarán identificados de modo que podamos acceder a ellos. Algo que en nuestro cerebro no ocurre ya que nuestras neuronas son a la vez emisoras y transmisoras de datos y además lo hacen en diferentes direcciones y distintas finalidades.


Una máquina necesita de un hardware para que la información se transmita y en nuestro cerebro no existe diferencia entre la información y el medio por el que circula ya que ello depende de la interconexión de nuestras neuronas.


Las máquinas almacenan la información de forma física en el disco duro. Los humanos no almacenamos información de forma localizada y es por esta razón que a veces no recordamos ciertas cosas e incluso tenemos recuerdos que nuna han sido reales.


El cerebro humano es capaz de adaptarse a cualquier situación e incluso ante situaciones imprevistas a las que se sometan diferentes sujetos, las reacciones pueden ser muy similares. En cuanto a la inteligencia artificial, los diferentes estímulos programados son los que activan la secuencia de reacción de forma establecida y quizás no asimilan bien un tipo de impulsos aleatorios.


La estructura sobre la que se basa la inteligencia artificial requiere una estabilidad determinada para que todo el proceso sea ejecutado de forma lineal pero los más de 100 mil millones de neuronas que poseemos pueden trabajar bajo cualquier situación independientemente de las alteraciones que puedan sufrir debido precisamente a su gran complejidad y capacidad de interacción.


Las máquinas que disponen de inteligencia artificial han sido diseñadas a partir de varios elementos externos como investigadores, científicos, programadores, analistas, etc, sin embargo nuestro cerebro está basado en miles de años de evolución sin olvidar que el ser humano genera muchas veces sus acciones a través de la emoción más que la razón de modo que actuamos sin la necesidad de tener en consideración determinados argumentos y pensamientos preestablecidos algo que las máquinas, hoy por hoy, no pueden obviar.

Dicho todo esto... ¿Cuál puede ser el futuro de la inteligencia artificial? Parece que hay opiniones varias al respecto… No hace mucho Stephen Hawking dió la voz de alerta sobre las consecuencias nefastas de la inteligencia artificial en el sentido de que incluso podría llegar a acabar con la especie humana… Pero, ¿Es factible que algún día podamos sucumbir ante un ejército de robots humanoides que actúen por propia iniciativa? o, antes al contrario, ¿Nuestra capacidad creativa nos permitirá mejorar nuestro futuro contando con máquinas capaces de pensar y de sentir pero siempre bajo nuestro propio control?, ¿Llegarían a integrarse en nuestra sociedad con sus propios derechos reconocidos legalmente?, ¿Debemos seguir adelante con la investigación y dedicar recursos millonarios para que los mejores científicos desarrollen su trabajo en esta línea?


Según otros expertos se asegura que el auténtico riesgo estriba en que, por error o negligencia, nos pongamos en manos de máquinas “estúpidas·” que tengan la capacidad de decidir sobre nosotros sin tener las competencias necesarias para ejecutar iniciativas de esa índole.


También se indica que la inteligencia artificial, en sí misma, no es un peligro sino que el riesgo radica en cómo se fabrica dicha inteligencia. Es decir, que cualquier pequeño error en el proceso previo para el desarrollo de su estructura podría repercutir en un funcionamiento anómalo cuyas consecuencias serían nefastas a nivel de comportamiento paranoico e incluso agresivo hacia los seres humanos.

Otra teoria apunta que las máquinas pensantes evolucionan siguiendo la premisa de las especies biológicas: competición, combate, cooperación supervivencia y reproducción. Los resultados finales de ese proceso es posible que no agraden a todos por igual pero el secreto quizás estriba en no controlar únicamente a las máquinas sino y, especialmente, a los humanos que hagan un uso indebido de ellas.


Lo cierto es que se asegura que un procesador de información fabricado por un ser humano puede llegar a superar con mucho nuestras propias capacidades cerebrales aunque el coste de llevar a efecto esta objetivo parece complicado ya que el progreso en el campo de la inteligencia artificial es más lento de lo que se supone a simple vista. De cualquier manera hay que ir adoptando medidas preventivas antes nuevas situaciones que se produzcan y evitar consecuencias no deseadas. Quizás existen demasiadas fantasías al respecto y, después de todo, las ventajas puedan superar los posibles inconvenientes.


Pero hay una pregunta que quizás alguien llegue a plantearse en su momento y en la que tengamos una de las claves de este dilema: Si pudiese usted mejorar, implantarse un chip en el cerebro que amplíe su sistema nervioso a través de internet y que le permita actualizarse y convertirse parcialmente en máquina con acceso a conocimientos inalcanzables y de forma inmediata… ¿Lo haría?


Quizás no falte tanto tiempo para que de un cultivo de neuronas humanas en laboratorio surja la posibilidad de que puedan implantarse en máquinas que obedezcan sus órdenes. Lo mismo que ocurre con los chips implantados en nuestro cerebro y que pueden mover músculos del cuerpo a voluntad propia. Por lo tanto, una posible línea de futuro sea utilizar robots creados con neuronas humanas implantadas y que tengan habilidades similares a las nuestras pero con acceso a una información ilimitada. Aunque para mi una de las claves definitivas estriba en si una máquina creada por humanos puede ser capaz de sentir emociones, de expresar tristeza, desesperación, alegría, amor…


Por el momento no es posible predecir si un máquina dotada de inteligencia artificial será capaz de experimentar emociones humanas. Aunque lo que sí se puede obtener es que un robot asimile una serie de situaciones de la vida real de los humanos y responda a ellas según valores preestablecidos.


¿Algún día un maquina será capaz de decir: “Te quiero”, con todo el profundo significado que a esa expresión damos los humanos? y si es así ¿Cual será la relación e interacción a partir de ese momento?


Bibliografia

N. Bostrom | Instituto para el Futuro de la Humanidad de Oxford

D. C. Dennett | Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Tufts

F. Wilczek | Massachussetts Institute of Technology (MIT)

J. C. Mather | Centro Goddard de la NASA

S. Pinker | Universidad de Harvard

K. Warwick | El futuro de la inteligencia artificial y la cibernética

E. Fernández | Ingeniería de Telecomunicaciones – Informática de sistemas de redes

A. Triglia - Psicólogo

Imágenes

Ex Machina

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