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ULTRA RUNNING
Se puede correr de diferentes formas, con diferentes actitudes pero en este caso lo fundamental es que el hecho de correr suponga una experiencia personal que sea única e intransferible. Hace ya algún tiempo que decidí desprenderme del espíritu competitivo con el que he convivido durante muchos años en mi trayectoria deportiva. He dejado atrás el crono, las marcas personales, las series y los ritmos... He aplicado una filosofía muy personal cuando salgo a correr, he transformado esta acción en una herramienta al uso para expresar mis pensamientos y crecer interiormente y he aplicado la metáfora de la vida a mis experiencias de ultra distancia.
Correr como sinónimo de libertad, sobrepasando los límites de cualquier prisión en cualquier nivel ya sea el físico o el mental, emocional o imaginario y centrando la experiencia en un denominador común: correr en busca de uno mismo sin complejos y sin ningún tipo de excusas.
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Correr en libertad para romper, de alguna forma, aquellos condicionantes que muchas veces nos autoimponemos, para no rehuir el encuentro con el destino, para recuperar sentimientos perdidos en la lejanía del tiempo, para perseguir algún ideal construido a través de los años, para reencontrar emociones olvidadas, para alejar de la mente tensiones que atenazan nuestra capacidad de respuesta, para intentar, en definitiva, dejar atrás alguna de la barreras que nos han sido impuestas.
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Y cuando finalmente has conseguido llegar a ese punto de inflexión, entonces, sólo entonces es cuando eres consciente de que más allá de la persistencia, el dolor y el cansancio, el gran secreto, la gran revelación consiste, simplemente, en seguir corriendo…
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Correr para mi consiste en moverse y respirar de forma fácil, con una dinámica fluida, con las articulaciones y los músculos libres de restricciones, sin forzar los movimientos y manteniendo una respiración con la suficiente capacidad de adaptación para dar una respuesta efectiva en función de cada momento, de la exigencia necesaria para superar los obstáculos y, por supuesto, mantener la mente en un nivel de estabilidad amplio que permita controlar cada situación.
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Aunque correr y la propia estructura de esa actividad la conviertan en adictiva por razones psicológicas y fisiológicas y que en ocasiones pueda parecer que se utiliza como método de evasión de la realidad, la conclusión final a la que he llegado después de cientos de kilómetros recorridos a través de carreteras interminables, valles, desiertos y montañas, en la más completa soledad y, en ocasiones, utilizando mis últimos recursos físicos y mentales, es que correr largas distancias me ha convertido en una persona diferente, me ha hecho crecer en muchos sentidos y al tiempo me ha permitido ver la vida con los pies en el suelo pero moviéndome a mi propia velocidad y eligiendo mi propio camino.