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La diabetes, una epidemia de Siglo XXI

Actualizado: 10 jun 2018


En la actualidad, la diabetes afecta a 285 millones de personas en todo el mundo.

La diabetes es una enfermedad crónica, silenciosa  que si no se trata a tiempo puede ser mortal.

Esta enfermedad que aqueja el 6% de la población mundial afecta con la edad, es decir, que a partir de los 70 años el porcentaje aumenta a 15% en personas de la tercera edad. Esta diabetes es la denominada tipo 2 y se origina por la escasez de insulina. Estos pacientes obligatoriamente deben tomar medicamentos para tratar y controlar la enfermedad, nunca para curarla, ya que esta dolencia es incurable.

Sin embargo, en la última década se ha registrado que la diabetes mellitus tipo 2 no sólo es ya un problema de adultos, también se está viendo reflejada en adolescentes, lo que complica aún más el problema, convirtiendo esta patología en un serio padecimiento mundial de grandes proporciones

La diabetes tipo 1, en cambio, de la anterior, es una enfermedad propia de la infancia, aparece en plena adolescencia o en las primeras etapas de la edad adulta. Su principal causa, la destrucción progresiva de las células del páncreas la responsable de producir la insulina.

Sus principales síntomas con muy  particulares como: el aumento de  la necesidad de beber y de la cantidad de orina, la sensación de cansancio y la pérdida de peso.

Sin embargo, existe otro tipo de diabetes, no menos alarmante, pero sí menos frecuente, es la diabetes gestacional. Durante el embarazo la insulina aumenta para incrementar las reservas de energía. Habitualmente, la paciente recobra el estado de normalidad tras el parto.

La Diabetes gestacional debe tratarse con una adecuada y sana alimentación para prevenir que el azúcar en sangre aumente y de allí surjan complicaciones.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) muchas muertes y complicaciones podrían evitarse con la aplicación de un modelo integral de atención del paciente diabético, ya que el principal problema de esta enfermedad es su diagnóstico tardío, pues a la mayoría de pacientes a los que se les descubre diabetes, llevan de siete a nueve años con la enfermedad; cuando es detectada ya se ha dañado la mitad de su páncreas y hay riesgo de problemas en otros órganos.

Para todos los tipos de diabetes la alimentación saludable, el permanente ejercicio físico; el estricto cumplimiento de los horarios de comida así como los llamados “suplementos nutricionales”; son las mejores “fórmulas” para que su diabetes no tenga picos inesperados de híper o hipoglicemia y por lo tanto, progresión de complicaciones.

El envejecimiento de las sociedades de nuestro ámbito geográfico y social y el progreso en los cuidados médicos evitando muertes prematuras, han ocasionado una prevalencia cada vez mayor de las enfermedades crónicas, en este caso de la diabetes. Además, en este caso concreto, se une el cambio de hábitos alimentarios y el sedentarismo, que nos han llevado a un incremento espectacular de la obesidad y, en consecuencia, de la prevalencia de diabetes. Nuestro sistema sanitario está razonablemente bien preparado para el manejo de la enfermedad aguda, pero ni los profesionales ni los circuitos de derivación ni, probablemente, los pacientes estamos preparados para este nuevo escenario. Por ello, deberemos formarnos en el manejo de la enfermedad crónica, potenciar la participación del paciente en la toma de decisiones y animar el resurgimiento de una nueva manera de relación médico-paciente menos paternalista. Las experiencias promovidas desde la Universidad de Standford o, en nuestro medio, por el Foro Nacional de Pacientes pueden ser modelos a seguir. La figura del paciente experto será, sin duda, en los próximos años de gran ayuda. En general, médicos y pacientes confiamos mucho en la aportación de nuevos tratamientos y tecnologías en el alivio o manejo de la enfermedad. Negar esa posibilidad sería ridículo en pleno siglo XXI, pero todas las posibilidades que nos aportan sólo muestran resultados positivos en pacientes debidamente formados. Y ésa es una tarea que nunca debemos descuidar y por eso precisamente insistimos en la importancia de la implicación del paciente en el auto control de su enfermedad como paciente experto y en el uso de las nuevas tecnologías como soporte al paciente autónomo.

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